miércoles, 16 de marzo de 2016

Titiriteando en Abizanda


Nuestra relación con losTitiriteros de Binéfar viene de lejos. La primera función que vimos con Leyre fue el Retablo de Navidad en Jaca. Recuerdo que, a la salida, se emocionaba al poder tocar los títeres, hablar con los “artistas”. Y estas últimas Navidades, un percance hizo que nos tuviéramos que quedar unos días más en Zaragoza. Eso nos permitió poder disfrutar de casi todo su repertorio en el Teatro del Mercado. Salir del teatro todo el aforo para despedir a unos títeres que salen volando en globo es un momento difícil de olvidar.
  
Y es que el amor de estos “titiriteros” por su oficio y por su público es inmenso,  siempre cercanos, con una sonrisa, dispuestos a compartir una conversación, a hacerte disfrutar. El cariño con el que acogen a cada niño y a cada mayor que se acerca a ellos te transmite tanta ternura.

Así que, en verano, decidimos que ya era hora de ir a conocer “su casa”, La Casa de los Títeres en Abizanda, un pequeño pueblo en la Comarca del Sobrarbe.


Allí han convertido unas antiguas casas en un mundo de ilusión, en el que pareces retroceder a esa época en la que podías bajar a jugar a la calle. Todo lo que le rodea es divertido. Fuimos con tiempo a pasar la tarde. En la entrada encontramos un montón de títeres para poder practicar, antiguos juegos con los que lo pasamos pipa toda la familia y disfrutamos del paisaje.

Y es que allí, todo se puede tocar y, además, es gratis.. Dentro del Museo, encontramos títeres de todas las partes del mundo que han ido recopilando. Desde las más sencillas hechas con cocos hasta tesoros de porcelana. También suponen un recorrido por la historia, porque, como nos explico Paco, las marionetas se han utilizado muchas veces para expresar lo que de otra manera no se podía.

Y casi, sin darnos cuenta, pasaron las horas, y llego el momento de la función.  Por el pueblo, se empezó a oír el sonido de una campana: “Tilín, tilón, esta es la primera llamada”. Y acompañada de una acordeón, Pilar comenzó  a recitar un texto precioso. El silencio se hizo y nos dejamos envolver por los sonidos de la naturaleza y su dulce voz. Antes de entrar, frotaos las manos, abrid el corazón, despertad la sonrisa, disponeos a ver con la mirada amable de contemplar fábulas, pues la comedia está a punto de ser sembrada". En su precioso teatro, en el que los niños se sientan delante, no solo los Titiriteros representan sus funciones, también invitan a otras compañías que comparten su mismo espíritu. 

Nosotros tuvimos la suerte de gozar con Teresa Larraga y su obra “Palabras en los bolsillos”. A veces, parece que hay señales, y esta fue una de ellas. La obra habla de la importancia de las palabras en nuestra relación con el entorno y con la expresión de sentimientos.  A Leyre le encanta un escenario y tuvo la suerte de que la eligieran para participar. Lo hizo fenomenal (que voy a decir yo) y después, le regalaron un CD como “pago de artista”, que guarda como un tesoro.
Esta obra nos marcó todo el verano. Nos construimos unas cajitas en las que cada uno tenía sus palabras, que regalaba a los amigos y vecinos. Nos permitió hablar de muchas cosas y tatareamos como un mantra “Pa la laaa braaaaaas”.

A la salida del teatro, todos nos reunimos en la era de detrás de la casa, donde hay libros, juegos, cabezudos, donde se puede jugar, cantar, hablar con los titiriteros, sentarte a la fresca a disfrutar del barranco. Y donde no hay prisas, solo alegría. Nos encantaron unas marionetas totalmente abstractas, hechas con ramas cuya forma te permite ver a Pinocho o a Caperucita Roja. Y llego el momento de la despedida. 

Y como la magia no podía acabar aquí, cuando íbamos hacía el coche, conocimos a una pareja que había estado viendo la función y que nos enseñaron sus animales: un águila real y una lechuza preciosos. Los pudimos acariciar, aprendimos sobre sus costumbres y alimentación, los hicimos volar. No podía haber mejor final para un día tan especial.

Seguro que volveremos!!

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